Venres. 03.05.2024
El tiempo
15:09
02/10/10

Cariño, agarimo e Miramar

Cariño, agarimo e Miramar
Continuamos coa proposta chea de salitre, con sabor a un mar de ausencias que nos ofrecen Xusto Fisterra e Manuel M. Caamaño dende as súas bitácoras. Unha sección cargada de sentimento, onde as historias dos naufraxios se contan en primeira persoa. Hoxe, dende Muros, Manuel M. Caamaño, un auténtico home de pedra en barco de pau, cóntanos unha nova historia.

Cariño, agarimo e Miramar

Esta semana, despois de varios meses en terra, volvín de novo para o mar. Estivemos traballando na altura do cabo Ortegal e mais da Estaca de bares, descargamos a pesca un día en Cariño, e aínda que non me dou tempo de pasear pola vila, si que tiven tempo de tirar unha fotos nocturnas no seu porto. Paseando polo peirao vénseme á memoria un naufraxio ocorrido o día 9 de febreiro do ano 1918 nos cantís de Gargacido , preto do Cabo Ortegal. O do pequeno mercante da Naviera Balear “La Isleña Marítima”. O MIRAMAR. O Miramar saíra o día 8 do porto asturiano de Xixón e ía con destino a Cádiz levando nas súas adegas un cargamento de 1100 toneladas de carbón. Pero arredor das tres da tarde do día 9 a causa , probablemente, do cerrazón e do mal tempo reinante, embicou ca súa proa o pe dos acantilados de Ortegal. Nun primeiro momento arriáronse dou botes un esnaquizouse case o momento de arrialo , pero no segundo puideron embarcar dous mariñeiros que logo de moitas penurias chegaron remando o porto de Cariño e deron a voz de alarma do sucedido. Inmediatamente saíron por mar varias lanchas , pero as malas condicións meteorolóxicas dificultaron os traballos de rescate , aínda así foron quen de dar un cabo o Miramar e por el desembarcaron varios tripulantes que foron levados para cariño a bordo das lanchas dos seus rescatadores. . Por terra, outros veciños de Cariño baixaron polos tremendos acantilados e con axuda de unha corda puideron rescatar os náufragos que aínda quedaba a bordo do malpocado navío. Dez foron os mortos e mailos desaparecidos no medio das ondas entre eles o capitán e vinte e seis foron os que axudados polos veciños puideron salvar as súas vidas. ........... Esta, que vai a continuación é a carta de agradecemento a Vila de Cariño do segundo oficial D. Manuel Despujol Pau , supervivente do naufraxio do buque. Sei que é un pouquiño larga, pero ben merece a pena lela para poder comprobar con que agarimo e con que sentimento se expresa D. Manuel dirixíndose os veciños de Cariño. “Al pueblo de Cariño: Dificilísima tarea seria el querer enumerar los rasgos de abnegación, de valor y de humanitarismo con que el pueblo todo de Cariño ha demostrado una vez mas los sentimientos de caridad que le adornan. Pero eso no es óbice para que una humilde pluma le dedique en estos renglones un sincero recuerdo, que sea testimonio fiel de nuestro inmenso reconocimiento. Hagamos memoria. Un amanecer frío y gris de los corrientes en invierno en las costas gallegas. La mar, batiendo rudamente las abruptas estribaciones de Cabo Ortegal . El Miramar tumbado sobre su costado de babor, parecía con el ruido de su herraje lanzar los últimos lamentos de su mortal agonía. Sobre el, la mayoría de los supervivientes, ateridos de frío, gemían aferrados a la borda, implorando del cielo el auxilio que no creían recibir de los humanos. Empezó entonces la última parte de nuestro calvario. Uno por uno, fueron arriándose por un cabo los desgraciados supervivientes. Y al buscar con ansia un compasivo refugio en tierra, no hallaron más que las inclementes rocas, cortadas a pico, que con sus aceradas estrías laceraban sus ateridos miembros. ¡Oh, cuadro de desolación y de dolor que la pluma no puede describir! Los acantilados de la costa parecían negar su auxilio a los que la mar había negado una tumba. Y cuando ya el desaliento empezaba a apoderarse de ellos, cuando creían más cercana su muerte, cuando desesperaban de todo, unos cuantos moradores del pueblo de Cariño, de complexión tan fuerte como blando el corazón, desafiando intrépidos los peligros del descenso por aquellos precipicios, acudieron presurosos y solícitos a derrochar por sus manos los incalculables tesoros de sus atenciones y sus cuidados. Uno de ellos sirvió de guía a los menos contusos; los otros se repartieron la pesada carga de los cuerpos inertes, y emprendimos el ascenso por la costa, sin querer volver la vista atrás para no dejar pedazos de alma desgarrada entre las peñas, donde habían perecido diez de nuestros infortunados compañeros. No podíamos continuar sin dejar de consignar un justo homenaje de sincero afecto y eterna admiración a la valiosa ayuda que en aquellos tristes momentos, durante los que recorrimos nuestra calle de la amargura, nos prestó con alma y vida D. Manuel Pernas Docanto, al que nunca quedaremos suficientemente agradecidos. Llegados al primer caserío que nos separaba del pueblo, pudimos apreciar allí el noble corazón de aquellos honrados campesinos, que nos quitaron nuestras ropas mojadas para cambiarlas por las suyas, y, después de repuestos con buena y abundante leche, emprendimos otra vez nuestro camino hacia el pueblo, que ya empezaba a divisarse y que no en vano lleva el nombre de CARIÑO. Sus moradores disputábanse a los náufragos para poder compartir con ellos el peso de su desgracia, ofreciéndoles en sus hogares, con sus tiernos cuidados, un albergue con el que intentaban suplir el calor y las carias de nuestras familias. La memoria es infiel, y mas en estos momentos en que quisiéramos recordar uno por uno los nombres de aquellos atletas de la caridad que habitan el pintoresco pueblo de Cariño. Entre los que recordamos, figuran en primer término el inspector de sanidad D. Manuel Taracido, D. Modesto Piñeiro, el señor cura D. Vicente Santiago y muchos otros que rivalizaron en estos actos de caridad y de amor al prójimo. No podemos menos de consignar también al celoso oficial de Telégrafos, D. Enrique Correal, quien se ofreció, a medida de sus fuerzas, poniéndose a nuestra disposición, juntamente con el digno corresponsal de La Voz De Galicia en Cariño, D. Francisco Pita. Y a vosotros todos, abnegados cariñenses, el más sincero recuerdo desde estas paginas. Y tened por seguro que, al dejar tal vez para siempre vuestras hospitalarias tierras, dejamos con vosotros pedazos de nuestra alma, y nos llevamos en el corazón recuerdos imborrables de vuestra bondad”.

Máis información

A cara máis íntima do Naufraxio

Comentarios