Modestia aparte

Parece que uno no va a dejar de sorprenderse nunca. El poeta local, profeta formado santo o santón en Santiago y en mil batallones, presenta su nuevo libro que no es nuevo sino reedición que nos llega desde el 97. Para celebrarla, ha decidido recorrer playas y bares recitando los mejores versos que encuentra en ella - o sea, todos -. Que está orgulloso, vaya. Cosa curiosa si nos paramos a pensar que la historia de la literatura - o la Historia de la Literatura, escríbanla ustedes como mejor les venga - nos muestra un sin fin de casos donde escritores añejos se cercioraron muy bien en hacer desaparecer sus primeras líneas por considerarlas, sencilla y lógicamente, bazofia; desde aquí, nuestro más sincero agradecimiento. En el caso del autor que hoy nos ocupa no es así - el botón de la muestra -, y aún pretende que el público lector trague - más bien retrague - los versos cursis de su época onanista, versos cargados de alusiones a la naturaleza pondaliana, aria alemana del pasado século. Nuestra versión costamortense del enamorado pastor Grisostomo no sabe que tanta letra desactualizada y anacrónica - probablemente ya lo fuese en el 97 - resulta muy difícil de tragar en esta época. El lenguaje es actualización, y de la misma manera que a ningún ciclista se le ocurriría hacer el Tour en biciclo, a ningún escritor interesado en que se le entienda - decía Josep Pla que lo primero que ha de hacerse un escritor es inteligible - se le ocurrriría asirse a las fórmulas utilizadas por don Gustavo Adolfo Bécquer y otras glorias para expresarse. Yo creo que hay algo de feroz estreñimiento, también; pero no soy médico así que no aventuraré un diagnóstico. Así las cosas.

¿Cuánta ingnorancia albergamos, que no sabemos apreciar su gran valía como representante bastión de la Costa y cronista de nuestras desdichas? ¿A qué escuela tenemos que ir para entenderlo? ¿Qué visión de si mismo puede tener un poeta excelso, con tan brillantes versos en su haber, para sentirse despreciado por cuatro insensibles de la política? Enfadado y harto, nuestro bardo cargó contra los molinos vía Facebook - se puede ser romántico pero actual, oigan - en un comunicado motivado pienso yo que por la resaca del cubalibre - ¡Libre siempre y adelante Fidel! - y el despecho de un incomprendido al que hay que mimar. En su arenga escrita, siempre pedante, le dio por citar a Plinio, a Strabon y a Ptolomeo, que lo acompañaron juntos y de la mano para contemplar cómo se hacía el harakiri en tan fabulosa y sentimental performance.

Pero el caso es que se olvidó de lo fundamental: la frase bíblica que llevaba siglos acertando en el blanco al decir aquello de que “nadie es profeta en su tierra” - ni falta que hace, pienso yo -. Mejor le iría a su salud de gorrión constipado si la tuviera en cuenta; no pasa nada, a ver si para la próxima.

 

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